 |
| DRA. NIDIA PAULINO VALDEZ |
Hola. Como les prometí en mi publicación anterior, les hablaré hoy del segundo tema preponderante en la agenda y la discusión pública. Me refiero a la reducción de los recursos que el Estado a través de la Junta Central Electoral destina a las organizaciones políticas.
Si, por un lado, muchos entienden y sostienen que este recorte impacta no solo la capacidad de los partidos para desarrollar propuestas y formar liderazgos, sino que también afecta la equidad en la competencia electoral favoreciendo a quienes cuentan con mayores recursos privados y limitando la diversidad de opciones políticas, creo que esta forma de repartición establecida y reglamentada, más que una penalización debería ser un estimulante para que los partidos llamados minoritarios se esfuercen realizando programas y estrategias de crecimiento.
Tenemos que ver eso como una oportunidad para una transformación urgente. En lugar de depender del financiamiento público como un derecho adquirido, los partidos deberían esforzarse por recuperar la confianza ciudadana y demostrar que son capaces de crecer con base en su capacidad de representar intereses legítimos y generar apoyo social genuino.
Al fin, la historia nos enseña que el financiamiento a los partidos no es un problema, porque hubo partidos en su momento minoritario que llegaron al poder autofinanciándose. Esto no quiere decir que en determinadas situaciones la cantidad de recursos no es decisiva a la hora de definir unas elecciones. La verdadera competitividad está en la comunicación y en la calidad del gasto.
Como mencionaba anteriormente, es fundamental que un partido moderno actúe con transparencia en el manejo de los fondos, porque este tema, sobre todo, es que la sociedad civil utiliza para poner en dificultad los partidos y visibilizar su resistencia al escrutinio público.
Existe una campaña incesante contra ellos, como algunos señalan, y también es cierto que esa campaña se alimenta de las propias falencias del sistema partidario. La ciudadanía exige transparencia, rendición de cuentas y participación real, pero en demasiados casos encuentra puertas cerradas, decisiones tomadas en cúpulas y un desprecio por las voces externas.
Seamos optimistas y no veamos esto como un querer eliminar a los partidos. Véanlos más bien como una exigencia a que evolucionen y se adapten a una sociedad que ya no acepta los viejos vicios de la política tradicional. No podemos permitir que el descrédito sistemático de la política nos lleve a un debilitamiento del sistema democrático.
Con todo esto, la sociedad civil desea evidenciar y llevar a un punto de quiebre la política sostenida en los partidos políticos y nos lleva a una dinámica novedosa para ir reinventando la política y que nos conduciría a:
- Reordenamiento del sistema de partidos.
- Liderazgos nuevos y preponderantes.
- Creación y posicionamiento de nuevas agendas que sean potentes, novedosas y acordes con las necesidades reales y sobre todo que contemplen un alto índice de cumplimiento.
- Partidos más abiertos a la participación ciudadana, con más equidad y con vocación de poder.
- Comunicación más eficaz, adaptada a todos los públicos y de doble vía; la escucha sea preponderante en este ejercicio.
- Formación y profesionalización política para conseguir mejorar y superar la crisis de representatividad.
- Elecciones internas democráticas dando oportunidades a quienes demuestren la pasión e inclinación al aprendizaje y al ejercicio de la política.
- Construir canales de diálogos que ayuden a conectar con la gente de forma permanente.
- Aprovechar y darle buen uso a las herramientas tecnológicas.
0 comments:
Publicar un comentario